Aunque parezca imposible, el rostro puede informar sobre su estructura, constitución, carácter, personalidad, pero también la fatiga, el malestar, el agotamiento, el dolor. La fisonomía del rostro cambia de acuerdo a las alteraciones psíquicas y físicas que se produzcan en el organismo.
Por ello, un grupo de científicos han diseñado un modelo de ordenador que predice con precisión la salud en función de la forma del rostro. La realidad es que cada enfermedad tiene sus características en el rostro, siendo importante lo que diga ella para un diagnóstico clínico.
Para lograrlo, Ian Stephen,doctor de la Universidad Macquarie en Sydney (Australia), conjuntamente con otros doctores, realizó un estudio del análisis de la forma facial para detectar correctamente marcadores de salud fisiológica en más de 270 individuos de diferentes etnias. «Hemos desarrollado un modelo de computadora», ha explicado Stephen, para detallar a continuación que «el modelo puede determinar la información sobre la salud de una persona simplemente analizando su rostro».
Lo primero que hicieron fue usar 272 fotografías de diferentes rostros para preparar a la computadora para reconocer a grasa corporal, el IMC y la presión arterial de las personas a partir de la forma de sus caras». Después se le ordenó al computador que pronosticara tres variables de salud en otras caras y la misma logró hacerlo.
Entonces, los investigadores también diseñaron una aplicación que permitía a los participantes humanos cambiar la apariencia del rostro, en función de que se vieran lo más saludable posible, y de esta forma evaluar si los humanos detectaban las señales de la misma manera. «Descubrimos que los participantes alteraban las caras para que tuvieran menos grasa, tenían un IMC más bajo y, en menor medida, una presión arterial más baja, para que tuvieran un aspecto más saludable», especifica Stephen.
Por lo tanto, los cerebros funcionan de forma muy parecida al modelo de computadora, y pueden predecir la salud desde una forma facial con sorprendente precisión.
Esther R.